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Distintas formas de gobernar
Las formas de gobierno que existen en el mundo actualmente no nacieron de la noche a la mañana. De hecho, sus aspectos fundamentales surgieron hace muchos siglos, con las primeras sociedades humanas. Por ejemplo, lo que llamamos una República -como la nuestra- es una de las formas de gobierno concebida hace más de 2400 años en Croacia y replicada en los primeros siglos de existencia de Roma; es decir, fue creada por el hombre libre para los hombres libres. Esta se ha perfeccionado a lo largo de la historia.

Pensemos en lo que hoy conocemos como Presidente o primer mandatario. Ya en las pequeñas tribus de nuestros más remotos antepasados existía el líder, es decir, un hombre que guiaba a todos los demás. El líder era respetado por algunas cualidades especiales: su astucia durante la cacería, su inteligencia al resolver problemas, su valentía en las guerras o incluso su capacidad para organizar las mejores fiestas.
Pero como todo, después, las cualidades requeridas cambiaron, y el líder fue aquel que podía organizar los mejores ejércitos o el que sabía cómo negociar mejor con los extranjeros.

¿Te das cuenta de que los líderes han existido siempre y que han tenido diferentes nombres como jefe, caudillo, rey, presidente, etcétera?
Aunque en esos tiempos era casi seguro que solo los hombres podían ser líderes, ya las cosas han cambiado y a lo largo de la historia han surgido grandes mujeres líderes.

Pero no debemos perder de vista que, aunque los líderes tenían la libertad de tomar decisiones por los demás, desde la antigüedad, los seres humanos han establecido que deben tener un poder limitado, pues cuando una sola persona toma todas las decisiones hay una parte de la población que queda inconforme.

Para poner límites a los líderes, los primeros seres humanos dieron una parte del poder a los más experimentados de la tribu, es decir, a los más ancianos, quienes, reunidos en círculo, discutían lo que era mejor para todos: creaban las reglas de convivencia, intervenían cuando había pleitos entre las personas, entre otras cosas. Los líderes tenían que escucharlos y respetar sus opiniones.

Tanto los líderes de las antiguas tribus como el grupo de ancianos eran respetados por sus capacidades y nadie discutía si debían o no gobernar. Pero con el paso del tiempo esto cambió. Más de un líder decidió, por ejemplo, heredar el puesto a algún hijo mayor que no tenía idea de cómo gobernar (germen de las monarquías). En algunas sociedades el grupo de ancianos se convirtió en el grupo de los más ricos (Plutocracia), que no eran los más sabios ni buscaban el bienestar colectivo. Por eso, poco a poco -y con base en mucho esfuerzo- se fue desarrollando la idea de que los gobernantes deberían ser electos por los gobernados y que era el pueblo el que debía decidir (principio democrático).
¿Por qué decimos en México que la soberanía reside en el pueblo
En muchos cuentos de hadas hemos oído que llaman al rey el soberano. Hoy podemos decir que el soberano es simplemente el que manda. Y si decimos que la soberanía pertenece en propiedad al pueblo, es porque el pueblo manda ¡Tan simple como eso!
 
En 1813, don José María Morelos, en su famoso texto “Los Sentimientos de la Nación”, lo explicó de una manera sencilla, clara y hermosa:
 
Como el gobierno no se instituye por intereses particulares de ninguna familia, de ningún hombre o clase de hombre, sino que se crea para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos unidos voluntariamente en sociedad, esta tiene derecho a establecer el gobierno que más le convenga, alterarlo, modificarlo o abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera. Por consiguiente, la soberanía reside originariamente en el pueblo. (Principio que devino de la Revolución Francesa)

La idea de que el pueblo es el soberano apareció también en la Constitución liberal de 1857. Don Francisco Zarco, un famoso periodista que participó en la creación de ese documento dijo: “Todos los poderes se derivan del pueblo”. Con esta frase, clara y directa, expresó qué significa la soberanía popular.
 
Durante la Revolución Mexicana, la Constitución de 1917 confirmó esta idea y la inscribió en el inamovible artículo 39:

“La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de gobierno.”
 
En síntesis, en México, el pueblo tiene el derecho de hacer las leyes y cambiarlas cuando quiera, a través de la aplicación del régimen representativo. También puede escoger y modificar la forma en que quiere ser gobernado (por medio de un Congreso Constituyente). Además, el pueblo es también el soberano en asuntos internacionales: puede llegar a acuerdos con otros países y también obligarlos a respetar nuestro territorio, nuestras leyes y nuestro gobierno.
 
Pero ¿eso quiere decir que el pueblo entero podrá gobernar?
¿Por qué decimos que México es una República representativa, democrática y federal?
Como podemos entender, es prácticamente imposible que todas las personas que integran una nación puedan gobernar, por lo que eligen representantes que puedan transmitir sus demandas y cubrir sus necesidades, es decir, se materializan los mecanismos del régimen representativo.  
La forma de gobierno que tenemos las y los mexicanos es la República. En esta, los gobernantes son elegidos periódicamente en plazos precisamente establecidos en la Constitución. La palabra República está unida a la palabra representativa porque no es posible que todas las y los ciudadanos nos sentemos en círculo a elaborar y a discutir las leyes que queremos (¡el círculo sería demasiado grande!). Entonces, una República es representativa cuando las leyes se elaboran por medio de representantes electos por las y los ciudadanos.

Es decir, para representar al pueblo, para actuar en su representación, se elige a un grupo de personas con suficiente autoridad para interpretar y convertir los mandatos, la voluntad de la mayoría, en leyes obligatorias para todos. Estos representantes del pueblo son los que se reúnen en una asamblea para elaborar o modificar las leyes.

Esa asamblea o "círculo de discusión" forma en nuestro país lo que conocemos como el Congreso de la Unión, dividido en dos Cámaras: la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Además, como somos un Estado federal, cada estado de la República tiene su propia Asamblea o Congreso local.

Todos tenemos ideas diferentes y, por lo tanto, nuestros representantes también las tienen. Al reunirse, entrarán en discusión las ideas de todas y todos los que formamos el pueblo y la voluntad de la mayoría podrá convertirse en ley.
La palabra democracia significa gobierno del pueblo e indica dos cosas: primero, que algún día todos podremos elegir a nuestros representantes; y segundo, que algún día todos podremos ser representantes de los demás, sin importar nuestro nivel social ni nuestra forma de pensar, si se actúa dentro de la ley.
Sin embargo, esto no siempre ha sido igual. Si revisamos nuestra historia veremos que en el pasado el pueblo elegía indirectamente, a través de algunas y algunos ciudadanos seleccionados por medio del voto, a los gobernantes; incluso, todavía hace poco tiempo, las mujeres no podían participar en la elección de representantes ni representar a nadie. Pero desde que se reconoció que las mujeres son ciudadanas, como los hombres, desde 1955 pueden votar y ser votadas.

Para definir a nuestro país unimos las palabras República representativa y democrática, las y los ciudadanos mexicanos tenemos el derecho de elegir a través del voto directo y secreto a nuestros representantes.

Ahora bien, además de decir que nuestro país es una República representativa y democrática, también decimos que es federal.

¿Qué significa esto?

México es un país muy grande (con casi dos millones de Km2 y muchísimos habitantes -casi 130 millones-), por lo que, en consecuencia, se generan problemas muy diferentes en cada región. Por ello, es mejor que se divida en estados y que cada estado tenga sus propios "círculos de discusión” (Poder Legislativo local). De esta manera, el círculo de representantes no será demasiado grande y al discutir intentarán resolver principalmente los problemas del Estado federado. Es por esto por lo que nuestra Constitución dice que los estados que integran la República son libres y soberanos (en cuanto a su régimen interno), ya que sus ciudadanas y ciudadanos, a través de sus representantes, tienen el poder de decidir sus propias leyes, siempre y cuando atiendan el texto de la Constitución mexicana.
La Constitución, por esto recibe el nombre de pacto federal, reúne a esos estados libres en un todo común que llamamos Federación.
En el sistema federal de México existen tres poderes: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Estos poderes, además de actuar en el plano nacional o general, existen al mismo tiempo y se limitan mutuamente con el Legislativo, Ejecutivo y Judicial de cada estado o entidad federativa, cuya labor se reduce a su propio territorio.
¿Qué son los tres poderes de la Federación?
Gobernar un país no es algo sencillo. Siempre hay muchos problemas y los gobernantes tienen la obligación de organizarse para darles solución. Si una sola persona o grupo quiere solucionarlos todos, seguramente no se dará abasto o los arreglará tan a su manera que una buena parte de la población quedará inconforme.

  •  El Poder Legislativo
  • El Poder Ejecutivo
  • El Poder Judicial
 
Por eso, en nuestro país el Poder o el Gobierno está dividido en tres grandes poderes y quienes los representan deben reunirse a discutir para tomar las decisiones más importantes sobre lo que sucede en los distintos espacios de la vida de nuestra sociedad. A estos poderes los conocemos con el nombre de "Poderes de la Federación'' y son:

    
Gracias a esta división de funciones se mantiene el equilibrio entre los Poderes del Estado ya que, mientras el Poder Legislativo se encarga de elaborar las leyes, el Presidente -encargado del Poder Ejecutivo- tiene que cuidar que se respeten y gobernar de acuerdo con lo que dictan, mientras tanto,  el Poder Judicial se encarga de vigilar que, efectivamente, se cumplan las leyes, teniendo la capacidad de interpretar lo que dicen para cada caso concreto. Pero veamos con más detenimiento en qué consiste cada uno de estos poderes.
¿Qué es el Poder Legislativo?
Ejecutar significa -en este caso- echar algo a andar. No es suficiente que el Poder Legislativo cree las leyes; alguien tiene que construir las condiciones para que puedan cumplirse. Esta labor recae en el Poder Ejecutivo, el cual publica las leyes para que la gente las conozca (cuestión que es posible gracias a que la Secretaría de Gobernación lo hace por conducto del Diario Oficial de la Federación).
Cada estado de la República tiene su propio Poder Ejecutivo. Además, el país como totalidad, es decir, la Federación, tiene el suyo propio. El Poder Ejecutivo de la nación está en manos del Presidente de la República y el de cada estado está en manos de un Gobernador. Tanto el Presidente como cada Gobernador son elegidos por votación popular directa.
Expliquemos qué quiere decir eso de ejecutar las leyes poniendo un ejemplo. En la Constitución que nos rige, es decir la de 1917, específicamente en su artículo tercero se dice que la educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, son obligatorias ¿Qué hace el Presidente para conseguirlo? La educación exige que haya escuelas, maestros, programas de estudio, propaganda para que los papás manden a las y a los niños a estudiar, etcétera. Todas estas actividades exigen hacer contrataciones, pagar dinero y supervisar que todo se ejecute correctamente. En una palabra, requieren administración y esta es responsabilidad del Presidente.

Dar educación es algo que despierta muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cuántas escuelas debe haber en cada comunidad, ¿cuántos niños o niñas puede haber en cada salón de clases, a qué hora deben entrar a la escuela? y muchas otras más. Podemos observar que el juego tiene sus reglas y es responsabilidad del Poder Ejecutivo establecerlas con base en la Ley General de Educación.
Ahora bien… ¿Crees que el Presidente personalmente administra todo y crea cada uno de los reglamentos?

No, por supuesto. Para empezar, escoge a una persona de toda su confianza y le pide que lleve a cabo esas tareas. Esa persona será conocida como secretaria o secretario de Estado; un ejemplo es la o el secretario de Educación. Además de esta secretaría existen otras, como la de Salud, de Gobernación, de Trabajo, de Medio Ambiente y varias más a quienes el Presidente designa para que se cumplan las leyes de la Constitución. Continuamente, el Presidente se reúne con ellos para ver cómo van las cosas en cada especialidad en la que trabajan.

¿Y qué otras cosas hace el Presidente? Puede proponer nuevas leyes al Poder Legislativo o sugerirle que haga cambios a las que ya existen.

También, el Presidente está al mando del Ejército, de la Marina y de la Policía Federal. Además, si fuera necesario, con la aprobación previa de la Cámara de Senadores, puede mandar la actuación de nuestras fuerzas armadas en el exterior del país.

El Presidente es el supremo representante de México ante cualquier otra nación del mundo. En fin, las funciones que tiene el Presidente son muchísimas, pero es muy importante saber que México es un "Estado democrático de derecho", y esto quiere decir, entre otras cosas, que todos debemos actuar de acuerdo con el orden jurídico que nos rige. Es decir, cumpliendo con el conjunto de normas que se encuentran en nuestra Constitución y en todas las demás leyes que de ella emanen. Por eso, en nuestro país, cuando un Presidente toma posesión de su cargo, antes que nada tiene que protestar que cumplirá y hará cumplir la Constitución y todas las leyes en vigor.
¿Qué es el Poder Judicial?
La palabra judicial tiene que ver con la palabra justicia y con la palabra juez. El Poder Judicial estudia las leyes creadas por el Poder Legislativo y con ese conocimiento juzga a quienes cometen faltas.

Recordemos que las leyes no son perfectas. Ninguna de ellas nos dice cómo debemos actuar en cada momento de nuestra vida. Cada vez que una persona llega ante un juez para pedir o recibir justicia, el juez se enfrenta a un caso nuevo, un asunto que no había conocido antes. En esos momentos no le basta abrir la ley, leer un párrafo y decir: tiene usted que pagar una multa de tanto o cumplir tantos años de cárcel. El juez tiene que dar su propia interpretación de la ley (salvo en ciertas materias específicas como las que tienen que ver con cuestiones penales o administrativas) y decidir quién tiene la razón en un conflicto entre particulares o entre particulares y un órgano del Estado; o qué tan grave es la falta y qué tipo de castigo merece. Juzgar una acción humana es uno los actos más delicados que existe. Por eso, en toda sociedad los jueces son de las personas que más respeto nos imponen.

Las faltas a la ley tienen diferentes niveles de importancia y son tratadas en tribunales distintos. En México, el tribunal más importante es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La conforman once ministros que duran 15 años en el puesto y son designados por el Senado de la República, a partir de una terna propuesta por el Ejecutivo Federal.

Como es de suponerse, la Suprema Corte de Justicia solo trata casos muy complicados o casos en que está implicado el bienestar de la nación. Para otro tipo de conflictos existen tribunales menores, cuyos jueces son nombrados por un órgano del Poder Judicial de la Federación denominado Consejo de la Judicatura Federal.
La experiencia es una de las principales armas que tienen los jueces para impartir justicia. Ya hemos dicho que cada caso de justicia es único. Sin embargo, como es natural, algunos de ellos tienen aspectos semejantes. Cuando los jueces se enfrentan con dos o más casos semejantes, van adquiriendo cierta experiencia en ellos y ya saben más o menos cómo tratarlos.

En ocasiones, a los ministros de la Suprema Corte les toca juzgar varios casos parecidos. Sin embargo, aunque sean similares, no siempre los ministros les dan la misma sentencia. No obstante, cuando ocurre que cinco veces seguidas las sentencias resultan iguales, los ministros anotan estas diciendo: Ahora, por experiencia, sabemos que este tipo de casos deben ser resueltos de determinada manera. A partir de ello, esas sentencias serán ejemplo por seguir para todos los jueces del país. Esta forma por la cual las y los ministros resuelven asuntos similares se conoce como jurisprudencia.

Es importante saber que la ley no solo rige la vida de las y los ciudadanos comunes. También, pone reglas a las empresas e incluso a las instituciones gubernamentales. Hasta los estados de la República o los poderes de la Federación llegan a cometer faltas. Y si se desatan conflictos legales entre dos o más estados o entre dos poderes federales (por ejemplo, entre el Presidente de la República y la Cámara de Diputados), el Poder Judicial puede intervenir para resolver el asunto.

Hasta aquí hemos visto cómo estamos organizados las y los mexicanos. Ahora sabemos que en México la soberanía reside en el pueblo; que nuestro país es una República representativa, democrática y federal; y que existen tres poderes de la Federación: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Es hora de conocer ahora, con más detalle, cuáles son y cómo funcionan los lugares en donde se hacen y se modifican las leyes.
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