El ser humano y la ley - Senado para niñas, niños y adolescentes

Vaya al Contenido
Sobrevivir en una isla desierta
Imagina a una persona adulta viviendo completamente sola en una isla desierta. Parece una situación complicada, ¿verdad? ¿qué crees que deberá hacer esa persona para sobrevivir?
Para empezar, deberá mantener la calma… y luego… ¡trabajar muy duro, con orden y disciplina todos los días! Seguramente deberá realizar labores que le resulten difíciles, pero no tendrá otra salida porque si no lo hace, difícilmente sobrevivirá.
Ahora, supón que no solo es una persona, sino dos. La situación será un poco más agradable, ¿cierto? Juntos podrán acompañarse, platicar, defenderse mejor, efectuar labores más complicadas y vivir más cómodamente. Sin embargo, tendrán que hacer algo que la persona solitaria no estaba obligada a hacer: organizarse para convivir. Por ejemplo, dividirse las labores cotidianas. Esto no siempre es fácil, pues hay cosas que nos gusta hacer a diferencia de otras o de plano nos disgustan mucho.
Y si esas dos personas fueran un hombre y una mujer, incluso podrían llegar a formar una familia. Entonces las cosas sí se complicarían, porque aumentarían las necesidades y quizás los peligros, pero también la vida sería más placentera y alegre. Así, tendrían ventajas y desventajas, sin embargo, tendrían que cumplir con ciertas obligaciones, es decir, cumplir con ciertas normas.
Convivir de la mejor manera posible
¿Y qué pasa si la familia crece y se convierte primero en una comunidad y después en una sociedad de millones de personas?
 
Para convivir en sociedad nos debemos organizar lo mejor posible. Con el ingenio de algunos y la experiencia y sabiduría de otros más intentamos encontrar la mejor manera de entendernos, pero nadie puede decirnos cuál es la forma perfecta de hacerlo. Es un trabajo de todos.
Ocurre también que cuando descubrimos una norma adecuada tenemos que modificarla, porque algo pasa a nuestro alrededor. Entonces, las normas son cambiantes. Por ejemplo, si llegan nuevos miembros a la sociedad, quizás surjan necesidades inmediatas y desconocidas que necesariamente deben satisfacerse y regularse de nueva cuenta con leyes apropiadas.
Así comprenderemos que las normas en la sociedad se transforman constantemente, considerando las limitaciones humanas y los cambios en el entorno donde conviven las personas.
Convivir en sociedad, respetando las normas
¿Sabías que todas las personas deben cumplir las normas?

El problema es que, como existe mucha gente, la convivencia se vuelve más difícil, por lo que se crean más normas y de distintos tipos.

Observa el siguiente ejemplo: Cuando una persona hace un acto tan natural y simple como hablar, hasta para eso debe atender ciertas reglas.

¿Estás de acuerdo en que todos tenemos el derecho de hablar, si así lo queremos?
Cierto, es nuestro derecho, pero debemos de cuidar lo que decimos porque también será de interés de quienes nos escuchan. Además, no debemos hablar y hablar y hablar sin atender lo que la otra persona o las otras personas presentes quieran decir. Entonces, las reglas son: respetar el tiempo y la opinión de las demás personas, escuchándolos.

Otra regla que debemos respetar cuando hablamos consiste en no decir mentiras. Debemos hablar con la verdad para que las personas nos crean.
Entonces, como tengo derecho a hablar, ¿puedo contar un secreto que prometí guardar? ¡Nooo! ¡Debemos respetar nuestras promesas! ¡Es una regla!

¿Y qué pasa si no respetamos las normas?

Si alguien no cumple las normas será merecedor de una reprimenda. De esta manera, por hablar mucho, la gente puede alejarse de nosotros; por mentir, perdemos la confianza de los demás; por revelar un secreto, podemos ser acusados de deslealtad. Aunque este tipo de reglas no son obligatorias, el no cumplirlas puede hacer sentirnos mal como personas.
Pero hay cierto tipo de normas, tan importantes para todos que si no se cumplen merece un castigo como pagar mucho dinero o ir a la cárcel. Este tipo de reglas obligatorias se llaman leyes.

En el caso de nuestro derecho a hablar, quizá nadie nos prohíba hablar mucho o revelar secretos, incluso hay una ley que dice que los mexicanos somos libres de expresar nuestras ideas abiertamente y que nadie puede impedírnoslo. Las leyes prescriben formas de comportamiento que todos, sin excepción, debemos respetar.
Hoy, las mexicanas y los mexicanos vivimos y nos organizamos de acuerdo con un sistema de normas jurídicas o leyes que nos obligan a actuar de cierta manera. Este orden jurídico (es decir, el conjunto de las leyes que las y los legisladores elaboran para organizar un país) nos dice cómo debemos comportarnos, cómo convivir en nuestro territorio y encontrar soluciones a nuestros problemas. Nos indican cuáles son nuestros derechos, así como la manera de cómo debe funcionar nuestro gobierno. Y todo eso está regulado en nuestra Constitución.
La Constitución Política Mexicana, escrita en 1917, es la ley más importante que tenemos las y los mexicanos; es la Ley Suprema de la que dependen las demás leyes. Sin embargo, si echamos un vistazo a nuestra historia, veremos que el camino que ha tenido que recorrer nuestro país para encontrar la mejor manera de organizarse ha sido largo y difícil.
Regreso al contenido